El Diálogo

Gustavo Nieto

5 de Noviembre - 11 de Marzo 2022

Estrella distante
Hace algún tiempo Gustavo Nieto imprimió sobre un espejo luminoso “El encuentro
más importante es el encuentro con uno mismo”. La frase citaba el final del discurso de
despedida de Yves Saint Laurent de su legendaria casa de alta costura; así, de modo
oracular, daba por concluida no solo su propia aventura creativa, agónica y extática,
sino una era. “La moda para la que él trabajaba ya no existe, la alta costura no es un
arte, sino acompaña un arte de vivir que ya no existe” dijo Pierre Bergé. La obra de
Gustavo extraía la templada victoria del camino heroico, la conquista del saber más
escurridizo y tramposo, aquel que dice: sé quien soy, debajo de todas estas máscaras,
sé quién soy.
Cinco años después de YSL, retoma la cuestión del encuentro pero en el punto que se
enlaza con el otro, un acontecimiento no menos arduo ni enigmático. El diálogo nace,
entonces, inspirado por otras palabras, escritas siglos atrás por Galileo Galilei “Diálogo
sobre los dos máximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicano” que supuso
para el astrónomo un penoso juicio establecido por la Inquisición y a la vez inconmensurable
conquista para el porvenir. Sin embargo, el Galileo que busca Gustavo no es
el Titán Moderno, sino uno a escala humana: “¿Cómo podría cifrar al Galileo en mi?,
¿qué es lo que experimento y observo con semejante obsesión? Sin dudas es el otro,
en realidad estoy hablando del otro amado. Entonces pienso en la astronomía como
el amor, yo como Galileo y el ser amado como el universo, pensar y creer que podemos
ser innitos”.
Perfect Lovers
El diálogo está compuesta por cinco imágenes que evocan a las galaxias más próximas
a la nuestra – Enana del Can Mayor, Enana Elíptica de Sagitario, Gran Nube de
Magallanes, Enana de Boötes, Pequeña Nube de Magallanes – y una tela : ¿Te
acordás de nuestro pacto de morir juntos?. Hechas de clavos y lentejuelas, las obras
son la conjunción de tormento y dicha, consumación plena del Amour fou.
¿Te acordás de nuestro pacto de morir juntos?
La primera vez que recuerda haberlo visto fue en una pintura. En ese retrato Orlovsky
estaba recostado en un sillón blanco, desnudo como un dios griego. En cuestión de
días, o minutos Allen Ginsberg lo conoció y sí... era hermoso. Empezaron a salir,
tuvieron un tiempo grisáceo de idas y vueltas sin estar demasiado convencidos de lo
que tenían o si estaban teniendo algo en realidad. Pero en algún punto la ciénaga se
disolvió y surgió entre ambos el deseo cristalino de estar juntos. Entonces hicieron una
ceremonia en un café. “Juramos que cada uno entrara al cielo y no fuera al cielo sin
la presencia del otro. Recuerdo que cuando hicimos esa promesa de fidelidad celestial,
paradisíaca y terrenal, inmortal, cuando me di cuenta que estaba haciéndolo y él
estaba haciéndolo, algo se abrió y fue como si los cielos llovieran oro. Finalmente
había encontrado a alguien que me amaba como yo lo amaba. Fue la primera vez
que me sentí aceptado de verdad”. Estuvieron juntos hasta que Ginsberg murió en
1997.
Canto XXXIII.
Romance tiene además del significado cultural conocido, otro más infrecuente o
incluso polvoriento que reere a un género literario. Quizás no sea un capricho pensar
que en El diálogo confluyan ambos sentidos dado que es un relato escrito con lentejuelas.
Tiene tanto de Galileo y su entusiasmo por el cosmos infinito como de Dante,
cuando al concluir su odisea revela que es el amor, L'amor che move il sole e l'altre
stelle.
Florencia Qualina

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