VERBO
Marcolina Dipierro
Curaduría: Carlos Gutiérrez
31 de Octubre - 28 de Febrero 2025
Verbo o los problemas de hacerse un cuerpo metálico y punzante
"En la década del 60, un anglicista llamado Émile Delavenay desarrolló un proyecto para
construir una máquina de traducir que fuese capaz de trabajar con textos complejos. El
desafío central de la propuesta fue el de calibrar la reacción de la máquina a la polisemia
de las palabras. Ante la pregunta sobre la posibilidad de traducir poesías, el autor dirá que
“¿por qué no?”. Algo que resulta interesante de este estudio es que en sus bases estructurantes
se prevén las condiciones de un fracaso esperable. Creo que esto debe ser analizado con
cuidado, porque no se trata de construir una máquina para que falle, sino que se trabaja
en pos de propiciar las condiciones para que un cierto tipo de actividad se desarrolle,
cuyos desaciertos serán el insumo para elaborar nociones más precisas sobre el
funcionamiento de, por ejemplo, el lenguaje y la comunicación.
Dedicar una vida a hacer esculturas se asemeja a la empresa de Delavenay, porque implica
abogar por un proyecto dispuesto a ocuparse de fenómenos inasibles, móviles y fluidos.
En VERBO, Marcolina Dipierro ejecuta, siguiendo partituras personales, piezas que en su
estructura describen el comportamiento de fuerzas intangibles. Las esculturas en esta
muestra operan desde acciones y gestos precisos, funcionan como verbos sin
conjugaciones ni marcas: ahí donde la potencia del infinitivo es aún latente. Algunas
formas y modos reinciden desde una mirada cíclica que se ampara en las infinitas posibilidades
de combinación de los elementos. Guiada por impulsos intransferibles pero directos,
la artista afila extremos, suaviza curvas y compone situaciones de equilibrio. Despliega
texturas que se revelan ambiciosas y sedientas, sensuales y precisas: breves momentos
textiles se elongan, parecieran sostener, casi desgarrarse. En la obra de Marcolina una
polisemia formal es plenamente verificable."
Romance (*)
"El lenguaje no puede justificar a nadie. Corresponde a cada uno asumir por su cuenta su
lenguaje, mediante la búsqueda del vocablo propio. A la ontología objetiva o sociológica
de la escultura la debe reemplazar una ontología personal.
La ética de la escultura, en una experiencia diariamente renovada asegura una experiencia
de veracidad (...) Así define la necesidad de precisar las relaciones de uno con los demás
y de uno consigo mismo. Los mandamientos aquí son claros: Será en primer lugar el
rechazo de confiar en las esculturas, confiar uno mismo y de hacer confiar a los demás en
esculturas que no sean al mismo tiempo garantías del ser íntimo. Que la escultura palabra
sea escultura plena, y que signifique siempre una presencia.
La escultura inaugura un nuevo modo de realidad; ella se desarrolla en un campo de
fuerzas en el que rige una física nueva con leyes de equilibrio que le son propias.
De ahora, por virtud de la escultura una vez pronunciada, ha comenzado a haber algo
que no había antes."
"La escultura realiza una emergencia merced a la cual el hombre escapa a la
cautividad del medio.
(*) Estos fragmentos han sido extraídos del libro La palabra del filósofo francés Georges
Gusdorf y se escribió “escultura” donde en el texto original dijera “palabra”.
La escultura y sus andanzas formalistas
"Ortega y Gasset detecta la posibilidad de un tipo de conocimiento guiado por la fisicalidad
y la experiencia de los fenómenos. Este abordaje se apoya en la pertenencia a un sistema
de signos que, si lo asociamos a la práctica escultórica, podemos reconocer que se
desenvuelve provocando ecos formales que guían al material de modos particulares,
engendrando un tipo de obra que actúa en consonancia directa con lo próximo, esto
quiere decir, en una estrecha relación con el espacio construído. Tal como ocurre en la
escritura, el sentido es producido a partir de la posición de los significantes, por el lugar
que ocupan en una trama más compleja. Esto es relevante porque podemos palpar el
límite de la escultura en el cruce con la filosofía, la comunicación y la física, intervalo en el
que la obra de Marcolina Dipierro se desplaza orgánicamente desde una metodología
intuitiva y diversa. En su encuentro con la gramática, podemos notar que emplean reglas
análogas de composición, estructura y ritmo. Trabaja atendiendo a una estructura cuasi
sintáctica, que es vista como espacio relacional. Comparte con la física el modo de
análisis, produciendo objetos o sistemas que no necesariamente se parecen a los
fenómenos reales, pero que igualmente dan cuenta de la dimensión gestual, expansiva e
inmanente de la experiencia de la vida. Lee el espacio como el intervalo entre cosas
diferentes entre sí.
VERBO, es una muestra que engloba situaciones materiales que polemizan sobre la
complejidad de la comunicación y el esfuerzo de las prácticas espaciales, como la escultura,
por desentramar las zonas más encriptadas de la experiencia. Tal como el caso que el
lingu?ista Emile Benveniste reconoce como un lenguaje de las abejas, en este tipo de obras
es imposible (o innecesario) descomponer el contenido en sus elementos formadores,
porque detrás de cada uno no habitan enunciados legibles: hay fuerzas viscerales que
orientan las ideas hacia una colmena alborotada, plagada de manjares e incapaz de
mentir.
Carlos Gutierrez
Noviembre 2024