Deixis

Laura Ojeda Bär

Curaduría: Sebastián Vidal Mackinson
2 de Julio - 8 de Agosto 2015

De acuerdo a su acepción más tradicional, el marco determina los márgenes de la imagen representada y señala la naturaleza limítrofe del encuadre. Visibiliza, entonces, el espacio donde la imagen aparece y se muestra en su relación con el encuadre, así como también posibilita la confección de un diagrama en el que éste, encuadre e imagen se vuelven indisolubles. Así, la imagen no deja de espaciarse, se mueve entre el marco (su rasgo interno propiamente dicho) y el encuadre que le permite aparecer en su contorno mediante la figura, la forma, los trazos y los colores. El encuadre, a su vez, selecciona lo que quiere presentar y, además, mediante sus formas, responde a un sistema finito, limitado, de coacciones. Esta ecuación presupone una mirada atenta sobre el artefacto pictórico como un todo, sin perder el foco sobre el límite entre el adentro y el afuera dado por la presencia del marco y sobre la configuración de la imagen representada. En definitiva, sobre las características del dispositivo pintura que, por otro lado, arroga para su especificidad el trabajo ilusionista sobre la bidimensionalidad del soporte.

En Deixis, Ojeda Bär trabaja sobre la especificidad de estas consideraciones lingüísticas. El resultado de las operaciones que implementa se expande y traslada, fácticamente, hasta la representación pictórica del mismo marco. Entonces, ¿cómo se reconfigura el diagrama del que hablábamos anteriormente? Por medio de la figuración ilusionista, la pintura esparce su atributo principal sin traicionarlo: el trabajo sobre la bidimensionalidad. Así, propaga la alucinación por fuera del objeto pictórico y avanza sobre el espacio físico de la sala. Busca tensionar el diagrama con las herramientas de su propio lenguaje: el marco aparece representado mediante diversos matices y formas, ironizando la función de su posible referente y la genealogía que lo llevaría a ser depictado; el bastidor, por su parte, se convierte en una caja objetual y puja por salirse del muro; los límites entre la pintura y la pared que la sostiene, se diluyen en continuidad y tensión; el lienzo se desbasta y da a ver lo indisoluble de su soporte con el asunto representado…

A su vez, cada pieza se propone confundir a la mirada en sutiles y visibles trompe l’oeil que dislocan con la apariencia de simples corrimientos, o bien defectos, o ilusiones, como también desencuadres sobre imágenes pregnantes y reconocibles de nuestra amplia cultura visual. Porque, básicamente, Ojeda Bär trabaja con las herramientas que el dispositivo pintura propone. Desde la ilusión y figuración de la imagen representada hasta los soportes que utiliza. Los asuntos y sus procedimientos. Porque de lo que se trata, entonces, es trabajar sobre la incertidumbre de la herencia de nuestras representaciones mediante la inmersión en sus propios dispositivos.

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